ACTO DE ABANDONO

Dios mío, creo en tu infinita bondad, no sólo en aquella bondad que abarca al mundo, sino en aquella bondad particular y personal que me atiende a mí, pobre criatura y que dispone todo para mi mejor bien. Por esto, Señor, aunque no lo veo, ni comprendo, ni lo advierto, creo que el estado en que me encuentro y todo lo que me sucede es obra de tu amor. Con toda mi voluntad, lo prefiero a cualquier otra situación que me sería más agradable, pero que no vendría de ti. Me encomiendo en tus manos: haz de mí lo que te plazca, no dándome ningún otro consuelo que el de obedecerte. Amén.

lunes, 4 de enero de 2010

Estado ¿neutral? en materia moral


Esto me lo mandaron por mail y me pareció muy bueno.

Para pensar un poquito y tratar de no ser ingenuos... Cuando se habla de un estado neutral, en la práctica siempre ha significado un estado ateo y anticristiano. Si alguno no está de acuerdo, acepto correcciones... con ejemplos.



La imposible neutralidad moral estatal

Resumen

Del examen de funciones estatales actuales, surge que su ejercicio está necesariamente influido por cierta visión ética (y antropológica). La idea de una comunidad política moralmente neutra no se adecua a la realidad.

Desarrollo


1. El asunto es si puede existir una política gubernamental neutra en material moral. Ante las múltiples visiones antropológicas y morales que vemos hoy, es lógico preguntarse si es posible (y hasta deseable) un ejercicio de la autoridad en el cual resulte indiferente la concepción moral de los gobernantes. ¿Es posible un gobierno que busque únicamente la provisión de instrumentos asépticos que sean aprovechados por los miembros de la comunidad según sus propias concepciones e inclinaciones? ¿Es indiferente la concepción moral de un gobernante, en la medida que tenga buena voluntad y sea eficaz en el desempeño de su gestión? ¿Alcanza con funcionarios públicos razonablemente consecuentes con sus principios y económicamente honestos? ¿Influye la concepción moral de los gobernantes en la actuación de los gobiernos? ¿Tiene efecto también en el pensamiento y en las costumbres de los gobernados?

2. No se trata del efectivo cumplimiento de las normas morales. Los seres humanos tenemos momentos de mayor o menor inconsecuencia respecto de lo que estimamos como bueno –lo que para los cristianos es un efecto lógico de la herida producida por el pecado original–. Por el contrario, el asunto radica en la influencia en su acción de gobierno de las convicciones morales de quienes detentan la autoridad, aún en el caso de que éstos violen en los hechos los principios que dicen sostener.

3. Dado que nos encontramos frente a una ciencia práctica, resulta útil mirar la realidad y considerar si existen actividades que realizan los gobiernos actuales que suponen una toma de posición ética (y antropológica).

Sin pretender un análisis exhaustivo, ciertos ejemplos de las funciones actualmente ejercidas por el Estado ayudan a responder el interrogante planteado. En concreto:
a. Política educativa. Probablemente es el ámbito donde más influye la concepción sobre la persona. Ésta determina la idea de educación (¿simple instrucción?, ¿socialización?, ¿formación integral?) y, por ende, las habilidades que se busca que logre el educando. Algo similar se puede decir de los contenidos de las asignaturas en particular. Sin entrar a materias especialmente polémicas como la educación sexual, esto se puede ver en la enseñanza de la historia. Los sacrificios humanos aztecas: ¿eran actos religiosos?; ¿eran conductas respetables de una cultura determinada?; ¿eran simples asesinatos?; ¿o eran asesinatos fundados en la idolatría?
b. Promoción de próceres. Se proponen como modelo a imitar aquellas personas cuyo pensamiento y conducta representan cierto modo de pensar y de actuar. En nuestra Patria, San Martín ha significado un referente en cuanto al modo de vivir. La búsqueda de su imitación no es algo moralmente neutro, como tampoco lo es la inauguración de un monumento a Ernesto “Che” Guevara De la Serna.
c. Fiestas. El establecimiento de días de fiesta –feriados o no– tiene una gran influencia. Si son fiestas propias del país, fomentan el patriotismo, que es una virtud moral. Si son fiestas religiosas, favorecen el culto y predisponen a adherir al espíritu festivo. Que sea feriado para todos en Navidad o Semana Santa, no sólo permite cumplir con sus obligaciones a los cristianos que lo deseen, sino que también implica un mensaje para los cristianos con menor compromiso y para quienes no creen en Cristo.
d. Derecho de familia. Este derecho supone un subyacente concepto de familia, de donde se origina las normas que regulan la célula básica de la sociedad. Las conductas obligatorias, permitidas y prohibidas en el ámbito familiar se fundan en la respuesta que se da a las siguientes preguntas: ¿La familia se funda en el matrimonio? ¿Qué es el matrimonio? ¿A quién le corresponde la patria potestad y cuáles son sus alcances?
El concepto de familia también influye en la regulación de la seguridad social, como en el caso de las pensiones que se otorgan a convivientes.
e. Derecho penal. Un índice de lo que se considera moralmente malo en una sociedad es qué se sanciona penalmente y con qué importancia. No se trata de identificar absolutamente delito con inmoralidad. Sin embargo, en todos los casos, se punen aquellas conductas que se estiman malas y, mientras peor se las considera, mayor es la pena.
f. Política fiscal. Mediante este instrumento, el Estado promueve o desalienta actividades. En esta línea, se otorgan exenciones en ciertas situaciones que se quieren favorecer (por ej., uso de sistemas que respetan en mayor medida la ecología) o se gravan especialmente actividades que se estiman inadecuadas a la moral pública (ej., hoteles alojamiento).
g. Subsidios. Se subsidian aquellas actividades que, según la visión de quien decide, benefician a la sociedad o a algunos de sus miembros. Es absurdo pensar que se subsidie a una escuela de asesinos seriales.
h. Aprobación de entidades de bien público. La aprobación estatal de la constitución de entidades del llamado tercer sector, tiene como sustrato cierta convicción de que esas entidades no tienen un objeto explícito que atente contra la moral. Es impensable que se considere de bien público a una asociación de pederastas.
i. Validez y nulidad de los actos jurídicos. El acto cuyo objeto es contrario a la moral siempre ha sido considerado nulo y, por ende, desprovisto del servicio estatal de justicia a la hora de requerir el cumplimiento de sus efectos. Un caso a considerar es la prostitución. Si quienes ejercen la prostitución son trabajadoras sexuales que pueden constituir una entidad gremial, no habría razón para negar acceso a la justicia a un reclamo de cumplimiento de un contrato que tiene la prostitución por objeto.
j. Impedimentos para el ejercicio de ciertas funciones públicas o privadas. No puede ser designado tutor quien “sea notoriamente de mala conducta” (art. 398, inc. 10º, Cód. Civil); en el ámbito público, las cámaras de legisladores pueden remover a uno de sus miembros por inhabilidad moral (art. 66, Constitución Nacional).
k. Derecho laboral. También el derecho laboral incluye una serie de normas que suponen un criterio moral previo. El descanso dominical (no meramente semanal) facilita el ejercicio de las actividades religiosas católicas; la obligación de pagar un salario mínimo descansa en cierta concepción de la justicia; etc.
l. Política sanitaria. Toda la problemática de la llamada “salud reproductiva” tiene una connotación moral innegable.
m. Política cultural. Todos los órganos estatales encargados de cultura promueven ciertas actividades y no alientan otras, siempre con efectos –positivos o negativos– sobre la moral de la población. No es lo mismo promover una exposición blasfema de León Ferrari que restaurar la Basílica de Luján. Aunque en ambos supuestos la razón pública sea motivos de orden cultural, nada tienen que ver los efectos morales que, según el caso, se producen sobre el ciudadano.

4. En todos los ejemplos antes citados, la concepción ética del gobernante influye en el sentido de las decisiones que se toman. Como no se trata de cuestiones moralmente neutras, quien elija tratará de hacer prevalecer su visión del bien humano, dejando de lado lo que estima inconveniente para el hombre. Y no es inocuo para los gobernados. Por el contrario, todos los casos enumerados implican un impacto en su pensamiento y en su conducta.
Podrá decirse que el gobernante no decide en todos los casos según su cosmovisión sino que muchas veces tiene que adaptarse a sus posibilidades y condicionamientos. Sin embargo, en cuanto puede, toda persona actúa según sus convicciones.

5. Es obvio que la concepción moral se vincula estrechamente con la creencia religiosa. Por esa razón no es indiferente que una función sea ejercida por un ateo, un agnóstico o un fiel de una u otra religión.
Como se dijo, en el normal desempeño de su cargo tratará de hacer prevalecer sus criterios morales. Por ejemplo, un musulmán buscará implantar (o, al menos, permitir) la poligamia en el país en el que gobierne.

6. No es irrazonable que muchos personas consustanciadas con el orden social en que viven piensen que la función de gobierno, por estimarla meramente instrumental, es moralmente neutra. En Occidente mismo, la subsistencia de elementos del orden romano-cristiano, hace que no prestemos atención al sistema normativo vigente o a ciertas prácticas gubernamentales que forman parte de nuestro ambiente de vida. Sin embargo, el proceso de descristianización va minando lentamente los fundamentos morales sobre los que se basa ese orden, mientras se van tomando decisiones que deforman o destruyen las instituciones y normas que conforman su entramado externo. Pensar que dichas decisiones son moralmente inocuas, no sólo no se adecua a la realidad, sino que, además, se muestra como una postura ingenua.

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